Qué ver en El Atazar, el pueblo más aislado de la Sierra Norte de Madrid


Preparaos para descubrir El Atazar, un pueblo pequeño y recóndito de la Sierra Norte de Madrid que está lleno de magia. Puede que llegar hasta él sea lento y que el paso del tiempo (y la construcción de embalses) le hayan relegado a un lugar marginal, pero hoy en día es un municipio único, en el que encontraréis una atmósfera muy diferente a la de cualquier pueblo de los alrededores.

En este artículo os presentamos su historia y os enseñamos todo lo que ver en El Atazar, el pueblo que da nombre al embalse más grande de la Comunidad de Madrid.

Cuando el aislamiento se convierte en una virtud

Los orígenes de El Atazar no están del todo claros. Aunque tradicionalmente se habla de un campamento musulmán como punto de partida, todo parece indicar que la fundación real está en un asentamiento de pastores y agricultores que frecuentaban la zona. De hecho, esas actividades son las que hicieron que en el siglo XVIII se llegasen a superar los 200 vecinos en el pueblo, un hito que nunca más se ha alcanzado.

La bonanza fruto de la ganadería y la agricultura llevó a la construcción de un molino, a que hubiese taberna e incluso cirujano. Sin embargo, el paso del tiempo se tornó complicado para El Atazar, que en el siglo XIX vio como se enajenaron buena parte de sus fincas y en el siglo XX sufrió con crudeza los estragos de la Guerra Civil. El remate vino varias décadas después, cuando la construcción del Embalse de El Atazar (inaugurado en 1972) hizo que el aislamiento que siempre había asolado al municipio fuese a más.

Sin embargo, no todo son malas noticias. Fruto de ese aislamiento, El Atazar ha forjado un carácter único. Es un pueblo lleno de vida, que ha sido capaz de sobreponerse y de pasar de tener 80 habitantes en 1990 a contar en 2020 con 100 personas. Una cifra modesta en términos absolutos, pero muy meritoria por invertir una tendencia que no siempre se puede cambiar, al menos en la Sierra Norte.

Ese centenar de atazareños se afana día a día en que las casas del pueblo, sus calles y el resto de espacios comunes se encuentren en un estado sensacional. Propicio para atraer al turismo rural, pero sin renunciar a una vida auténtica y cómoda. La mejor muestra es que se trata de un pueblo peatonal, así que podréis ir allí a respirar aire puro sin perturbar la vida de los vecinos.

Hablando de vecinos, si buscáis en internet información turística sobre El Atazar, rápidamente toparéis con Isidoro, Saverio y Sole. Son tres personajes que explican la historia del pueblo, sus establecimientos y las actividades que se pueden hacer. Y os parecerá una tontería, pero a nosotros nos resulta súper meritorio y súper adorable el amor que transmiten este tipo de iniciativas.

Llegar a El Atazar es un rollo patatero, ya que hay que dar mucha vuelta y conducir al menos 20 minutos desde El Berrueco o desde Patones de Abajo. La carretera es preciosa y las vistas al Embalse de El Atazar resultan impresionantes, pero lo cierto es que el camino se hace pesado. Sin embargo, seguid leyendo y comprobaréis que ir hasta allí es una excelente decisión.

Turismo en El Atazar

Iglesia de Santa Catalina

El edificio más destacado de El Atazar es la Iglesia de Santa Catalina. No diremos que se ve desde cualquier punto del pueblo, ya que está bastante recogidito en su plaza central, pero es un templo precioso y con una estructura de lo más singular. De estilo barroco, su construcción data del siglo XVII y, como no podía ser de otro modo, utiliza la pizarra como uno de sus materiales principales.

Ayuntamiento

Misma cosa se podría decir del Ayuntamiento, pues la casa consistorial de El Atazar hace de la pizarra negra del entorno su principal seña de identidad. Es un edificio relativamente nuevo, de dos plantas y coronado por un reloj.

Plaza de la Constitución

Volviendo a la Iglesia de Santa Catalina, esta se encuentra en la Plaza de la Constitución, que viene a ser algo así como la plaza mayor de El Atazar. Realmente no sabríamos decir por qué, ya que no tiene nada destacado en concreto, pero nos pareció un espacio súper chulo. En sus alrededores hay dos o tres bares, aunque nosotros hicimos la visita un domingo después de comer y estaban cerrados.

Arquitectura tradicional

Si os gustan los pueblos hechos mayormente a base de pizarra negra, este es vuestro sitio. Misma cosa se podría decir si os pasa como a nosotros y os vuelve locos la arquitectura serrana del norte de Madrid, porque encontraréis edificios fascinantes. Algunos tienen nombre propio, como la fragua, pero otros son casas destinadas a un uso residencial que están llenas de encanto.

Mirador

En uno de los extremos del pueblo, más o menos en el cruce entre la Calle Cuesta y la Calle Fraguas, se encuentra el Mirador de El Atazar, un pequeño parque con vocación de panorámica que os permitirá disfrutar del entorno. Pensad que El Atazar está bastante aislado, por lo que lo que normalmente se ve mirando al horizonte son montañitas y caminos. Más relajante imposible.

Circuito Biosaludable

Hablando de cosas relajantes, en otro de los extremos del pueblo (subiendo la Calle Cuesta desde el Mirador) está el Circuito Biosaludable, un espacio al aire libre en el que se puede pasear y hacer todo tipo de deportes. Nos pareció increíble que en un pueblo tan chiquitito hubiese pista de pádel, cancha de fútbol sala / baloncesto, frontón e incluso un gimnasio, así como un montón de máquinas de exteriores.

Lavadero

No muy lejos de allí está el lavadero, una pequeña fuente en la que antaño se acudía a lavar la ropa. No es la más famosa del pueblo, ya que a un kilómetro del mismo se encuentra la Fuente Vieja, cuyos orígenes se sitúan súper atrás en el siglo (Alta Edad Media, por lo que se la conoce también como Fuente Árabe) o en el siglo XVI en función de los estudios. Sea como fuere, nosotros no fuimos hasta ella porque ya andábamos muy cansados, así que por el momento os dejamos con una foto del lavadero que abría este párrafo.

Parque de las Eras

Siguiendo en la parte alta de El Atazar, un poco más adelante está el Parque de las Eras, un espacio expositivo que pone en valor la trilla, la ganadería, la agricultura y prácticamente cualquier otra actividad relacionada con el aprovechamiento del entorno, así como la memoria de los vecinos.

Más allá de lo bien que han recuperado este parque, convirtiéndolo en un museo al aire libre, lo cierto es que las vistas desde allí son sensacionales, teniendo a tiro de piedra la Pinilla y Somosierra.

Embalse de El Atazar

Para terminar, no puede faltar una referencia al Embalse de El Atazar. Pasaréis por él queráis o no, ya que la carretera que lleva al pueblo lo bordea, así que os recomendamos parar en sus dos miradores (hay uno arriba no apto para gente con vértigo y otro casi a nivel del agua). Desde ambos podréis disfrutar de unas vistas sensacional de este impresionante embalse, el cual almacena por sí mismo prácticamente la mitad de las reservas de agua de la Comunidad de Madrid.

Como ya os enseñamos en Cervera de Buitrago (otro pueblo a orillas de este embalse), en sus aguas se pueden hacer todo tipo de deportes acuáticos e incluso navegar. Sin embargo, en nuestra visita a El Atazar preferimos darle todo el protagonismo al pueblo y nos limitamos a contemplar el embalse desde los miradores.

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